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Los lunares malignos se diferencian de los otros porque presentan diferentes síntomas como crecer con bordes irregulares, volverse más oscuros o moteados, inflamación, picor, úlcera o sangrado.
Las personas que tienen muchos lunares deben prestar atención ya que si alguno de sus familiares tuvo lunares malignos es más propensa a desarrollarlos. Pero los lunares malignos no se heredan, lo que se hereda es el tipo de piel que hace a la persona propensa a padecerlos.
Los lunares en los que crecen bellos o los que son abultados no son necesariamente lunares malignos, aunque pueden ser motivo de consulta médica por ser antiestéticos o dolorosos según el lugar del cuerpo donde se encuentren.
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